domingo, 11 de noviembre de 2007

A Midori
De pronto siento que hace años, sin quererlo, lei la historia de nuestra relación. Cómo quisiera que Bryce se equivoque y tan sólo haya escrito una suerte de dramatización fatalista de los hechos. De pronto, siento que lo mejor de mi vida se ha quedado estancado en unos papeles que he perdido y que un par de negros robaron, no en una calle de Oakland, sino en Lima, no a ti, no a María Fernanda, sino a mí, no Juan Manuel.

En realidad, lo mejor de mi vida aún no ha sido escrito, ni se ha perdido. Simplemente todo encaja demasiado bien para ser considerada una coincidencia con un libro leído que me recuerda a ti. Yo soy Tarzán. Soy ese espìritu indomable que adrede se interna en las situaciones más verdes, en las empresas más imposibles. A veces tengo la impresión que soy la reencarnación de una colonia de hotmigas laboriosas y que cada parte de mi cuerpo trabaja y se fatiga independientemente de la otra. Como buena hormiga, cavo galerìas de perseverancia, escribo galerías de nostalgia, me escondo en galerías invisibles.

Y dos negros, dos malditos negros se llevaron literalmente de mi espalda, no lo mejor mío, pero lo más sincero que jamás te había escrito, colores y lazos de por medio, para que nuestro reencuentro no fuera una despedida. Es algo de lo que no preparé copia ni ensayé en borradores por preservar su sinceridad, una sinceridad que el solemne más silencio atesorará.

De pronto, me siento Tarzán y con un sólo alarido conquisto el miedo y el respeto los corazones de las barreras frente a mi y los obstáculos doblan sus rodillas, y yo venzo. Venzo. ¿Pero, sabes no María Fernanda, sino Midori? A veces se quiebra mi voz y las barreras me sobrepasan y los retos me irrespetan. A veces me quedo sin agua y sin aire y sin aliento y sin palabras. Es posible que tú y yo nos hayamos quedado sin pasos y sin besos y sin metas, incluso sin voz. Pero tras casi un año de intentar acallar al mundo, la única voz que nunca pude fue la del corazón y la que nunca acallaría sigue perteneciéndote. Esta vez no hubo tiempo perdido ni hay penas pendientes ni deudas debidas que motiven mi vuelta o mi partida o mi sinceridad. Me propuse no volver por los motivos equivocados, e incluso llegué a pensar que dependía de ti, llegué a pensar que me obsesionabas. Mas después de casi un año de no haber estado ni sido, no me digas que conoces mejor que yo qué por ti siento. Vuelvo no siguiendo un camino que inexorablemente me lleva a ti, sino abriendome uno a través de mis imposibilidades.

Esta vez me gustaría vieses más allá de las mentiras, los detalles y las dudas; más allá de las apariencias y los quereres y los necesitos. ¿Parecía mi vida siempre pender del hilo de tu voz? ¿De qué necesidad hablamos cuando asumes que era dependencia? ¿Qué es necesitar? ¿Qué es amar? ¿Qué es estar enamorados? ¿Qué es serlo? Eres parte mía, y te quiero por el simple hecho ya de serlo, aunque eso implique difusas versiones. Basta de conmiseraciones que no ha nacido el día que vencido me haya. Esta no es una batalla por la que rebatiré cielo y tierra por decirte lo que llevo en las entrañas. Tú, extraña, serás siempre a quien más conozco y más comprendo. ¿Triste de estar enamorado de un feliz recuerdo? Piensas que todo este tiempo sólo he querido cada buen recuerdo tuyo y buen recuerdo mío. Mas los recuerdos como los años, se acaban. Mas los engaños como los besos, se acaban. Mas los lo siento como los sueños, se acaban. Yo quise combatir esa cuadrilla de recuerdos. Sus cabezas ahora penden en cuadros de oro y brillo como el más feliz momento vivido. Siempre has pensado que mi mundo es oscuro. No estoy aqui por tu pasado, sino por tu futuro.

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