domingo, 21 de diciembre de 2008

(00:27) Tirado en el sofá

06.01.08
Yo creo sólo en mis sueños, no en los de las abuelas que dicen que soñar con pulgas significa embarazo o que soñar con el mar sucio es enfermedad. Yo creo sólo en mis sueños y, por alguna extraña razón, hace cuatro noches soñé contigo. Sólo ví uno de tus ojos y un mechón de tu cabello z supe que eras tú. Cerrabas el ojo, o abrías, levantabas las cejas, cambiabas de mirada, gesticulabas... me mostrabas diferentes estados de ánimo, como si jugaras a charadas. El último gesto que hiciste fue de tristeza. Esa mañana estuve pensando en ti, pero fui demasiado cobarde como para llamarte como la otra vez. Cuando Mesita me llamó, me quedé afásico. A lo único que atiné fue coger un taxi, volver a mi casa e ir a verte. Te vi mucho más fuerte de lo que esperaba. Te vi y no me salían las palabras. Hay ocasiones en que un abrazo no basta. Me quedé al menos tranquilo de verte queriendo ser sólida. No justifico mi falta de palabras, no... Hay cosas por las que pasamos en las que nadie nos puede quiar. Quizá no pueda guiarte, pero sí apoyarte y ayudarte en lo que me sea posible. Anoche no dormí, casi. Me dediqué a pensar, a reflexionar. De rato en rato me volvía más chiquito. Creo que la única conclusión a la que llegué fue que somos desvalidos ante la muerte. Algo de temor me embargó. No sé bien cómo acercarme a ti, al menos no después de cómo te comportaste conmigo o de cómo me hiciste a un lado (para no herirme, quiero creer). No sé cómo apoyarte o cómo hablar de algunas cosas sin dejar de tener el tacto adecuado... o quizá simplemente esté pensando demasiado.

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